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Segunda Transición (ii): Madrid DF

Han pasado más de 100 días desde las elecciones, y seguimos sin gobierno. Parece que tras la Semana Santa se avista algún pequeño cambio en las negociaciones entres las autodenominadas fuerzas del cambio. Puede que éstas hagan posible un ejecutivo antes del próximo 2 de mayo. Mientras la élite política sigue debatiendo y el estado sigue descabezado, con un gobierno en funciones que sigue jugando a su ritmo fuera de prórroga, parecen inevitables determinadas reformas que se avistan necesarias desde hace años. Una de ellas es el estatus de capitalidad de la Villa de Madrid, algo que la actual alcaldesa, Manuela Carmena, ha reclamado en más de una ocasión.

Si bien en derecho comparado el estado autonómico actual se puede considerar un estado federal, en el papel está configurado como un estado federal imperfecto, y entre las imperfecciones está la situación de la capital. En la actualidad, los madrileños tenemos que cargar con los gastos añadidos de seguridad e infraestructuras, entre otros, que supone ser la capital del reino. Pero no sólo eso, factores como la especulación urbanística o la gentrificación que su sufre la ciudad por su posición, hacen, por ejemplo, que los madrileños vean incrementado sus gastos básicos, como el de la vivienda, así como una diáspora del centro al extrarradio de la ciudad.

Ciudadanos y PSOE llevan en su programa una reforma constitucional que haga posible una estructura federal del Estado. Esa reforma debería de dotar un estatus especial a la ciudad de Madrid, creando un distrito federal exclusivo, donde los habitantes de la misma no tengamos que cargar con los costes que generan la capitalidad, así como la implementación de medidas compensatorias como un incremento salarial, como ocurre en otras capitales del mundo, tales como Londres. Todo ello, si en la futura reforma se mantiene Madrid como capital del estado. Esperemos que sí, aunque con estos políticos nunca se sabe.

 

Carla Antonelli: «En la situación social en la que vivimos se buscan culpables, y estos siempre son los colectivos más discriminados y estigmatizados»

Desde que comenzara este año, han sido varios los casos de agresiones por homofobia o transfobia que hemos podido leer en la prensa. Desgraciadamente no sabemos si esto se debe a que los mismos estén aumentando, o que las víctimas de estas agresiones van perdiendo el miedo a denunciarlas. Desde que 2013 el Ministerio de Interior contabilizara los denominados delitos de odio, las agresiones por orientación o identidad sexual en nuestro país son las que encabezan la lista de estos atentados contra derechos fundamentales, con aumentos cada año.

Hace un año, con motivo de la elaboración de un estudio sobre la LGTBfobia, tuve la maravillosa ocasión en entrevistar a Carla Antonelli, diputada en la Asamblea de Madrid por el PSOE, primera mujer transexual con un cargo político en España e incansable activista por los derechos de transexuales, lesbianas y gais. Pese a haber pasado tiempo, la entrevista que a continuación reproduzco goza desgraciadamente de plena actualidad.

 ¿Consideras que la LGTBfobia supone un problema social del conjunto de la sociedad española en la actualidad, o solo problemática minoritaria?

Hablar de una generalidad y de una totalidad nos hace perder la razón de cualquier cosa que digamos. Evidentemente la LGTBfobia no es una cuestión de la totalidad de la sociedad, sino de un sector del tejido social de este país. Hay unos condicionantes como la crisis económica, el descontento social o la busqueda de culpables que hacen que en la actualidad la LGTBfobia haya aumentado. También es el precio de la libertad, de la visibilidad, pues a mayor visibilidad habrá sectores que reaccionen. Pero la solución no es quedarse en el armario, pues esto es lo que ellos quieren. El objetivo es llegar a una normalización, pero para ello se necesita mucha pedagogía, sobre todo en determinados sectores de la sociedad.

Hablar de una generalidad y de una totalidad nos hace perder la razón de cualquier cosa que digamos.

La homofobia representa, según los datos del Ministerio del Interior, la primera causa en los delitos de odio cometidos en España, ¿crees que la LGTBfobia y las agresiones relacionadas con la misma han aumentado en nuestro país en los últimos años, o se trata más de un cambio de percepción?

No, ha aumentado por las razones que he dado anteriormente. Ha aumentado la homofobia y la transfobia. Las crisis económica y el paro son situaciones en las que se intenta buscar culpables como ocurrió con los nazis. Ahora también en Francia o Alemania, surgen sentimientos de xenofobia culpando a los extranjeros ante la ausencia de trabajo, cuando hace pocos años se les reclamó para evitar los peores puestos. En la situación social en la que vivimos se buscan culpables, y estos siempre son los colectivos más discriminados y estigmatizados, ya ahí nos encontramos nosotras y nosotros.

antonelli_LGTBfobiaEn el último año, Galicia y Cataluña han aprobado leyes autonómicas para la lucha de contra la LGTBfobia, ¿cree que es posible un desarrollo legislativo similar en la Comunidad de Madrid?¿qué factores debería de abordar una iniciativa así?

Es posible, siempre y cuando haya un cambio de gobierno, que es lo que va a ocurrir en el 2015. El Partido Socialista de Madrid lleva en su programa la creación una ley de trato y delitos contra la LGTBfobia, así como la ley integral de transexualidad. Se trata de aprobar lo que han aprobado en Cataluña, que iba a llevar originalmente la ley de igualdad de trato de Zapatero. Pero también modificar el Código Penal, para añadir delitos contra la identidad sexual, pues la orientación ya está incluida. Siempre se ha ido por delante en el tema de la protección de la personas gais, dejando por detrás la realidad de la transexualidad.

 ¿A quién le puede molestar que se hable de diversidad? Solamente le puede molestar a la gente que se siente cómoda discriminando y que necesita escalafones para mantenerse.

El avance en materia de derechos de la comunidad LGTB en España ha sido espectacular, sin embargo la LGTBfobia es una realidad, ¿qué obligaciones crees que tiene la sociedad civil respecto al problema?

La obligación siempre tiene que venir desde arriba, desde arriba con la educación y la pedagogía. Educando a las personas en el respecto a la diversidad de las personas con información, contribuyes a cambiar la sociedad. En la actualidad, falta información y hace que mucha gente se agarre a los estereotipos. Pasaba lo mismo con la violencia contra las mujeres, un ámbito en el que gracias a la educación se ha ido avanzando. Había una asignatura que se llama Educación a la Ciudadanía, que el PP eliminó nada más llegar al poder y no tenía nada que ver con la crisis económica. ¿A quién le puede molestar que se hable de diversidad? Solamente le puede molestar a la gente que se siente cómoda discriminando y que necesita escalafones para mantenerse. Les pasó cuando le molestaba que el matrimonio homosexual se llamara así, hasta propusieron otro nombre. De algún modo, les molestaba que la “chusma” fuera igual que ellos.

Particularmente, ¿qué papel han de tomar los medios de comunicación, públicos y privados, respecto a esta problemática?

Visibilizar todas las situaciones. Siempre se ha discutido sobre lo bueno o lo malo de visibilizar los  crímenes machistas, pero la conclusión siempre fue que se ganaba más visibilizando. Cuando más se visibilizara habría la mujeres se animarían más a denunciar. En el caso de la LGTB y los medios de comunicación, la obligación de estos es dar una información libre de prejuicios y un información que sea pedagógica para concienciar a la gente. En el caso de la s agresiones por homofobia, tienen que visualizar la situación, no ocultando información. Hay múltiples informes y estudios en los que se muestran casos en los que los padres o los colegios quieren ocultar el motivo de agresiones. Nunca se puede permitir el ocultamiento de los datos. Eso es lo que está pasando hoy.

En relación al ámbito educativo, donde la LGTBfobia es también una realidad, siendo una de las principales causas de acoso escolar, ¿cómo se ha de combatir este problema?¿cómo se debería de afrontar desde el currículo?

La principal medida es crear un observatorio contra la LGTBfobia, como el que existe en el IES Duque de Rivas, con un servicio para combatir la homofobia y al que los chicos LGTB pueden acudir a tutorías específicas y darles un ambiente más seguro. Muchas veces los ataques de LGTB no sólo se sufren por parte de los alumnos, también por parte de algunos profesores. Tuve un caso de una chica transexual, cuya profesora no paraba de llamarle por su nombre masculino cuando tenía una apariencia física completamente femenina. Esto hacía que muchos compañeros luego la hicieran también acoso escolar. Esto se ha de combatir también con charlas. En la actualidad en Madrid ya no hay charlas, antes los hacía el COGAM, pero desde que está la nueva consejera de Educación, ésta dijo que sus colegios no los tocaban. Todos los delitos de odios han de ser penados por el riesgo de la causa de suicidio.

Hay múltiples informes y estudios en los que se muestran casos en los que los padres o los colegios quieren ocultar el motivo de agresiones.

¿Qué actores considera se deberían de involucrar en una campaña de comunicación social  dirigida a la lucha contra la homofobia en el ámbito educativo? 

Se tiene que recuperar la Educación para la Ciudadanía. Del mismo modo, cuando se dé educación sexual, se ha de hablar de la diversidad sexual. No se trata solo de hacer unos cursillos para la diversidad sexual. Esa es la normalización, hablar de la diversidad cuando se trata de la generalidad. Pero todo debe de estar institucionalizado y bajo una forma legal.

 

Sobre democracia y consenso

Esta es una reflexión personal sobre lo qué son el consenso y la democracia, a raíz de un debate surgido después de que presentara una simple propuesta a nivel vecinal en mi distrito, en la ciudad de Madrid: la instalación de tablones de información en lugares estratégicos del distrito (parques, plazas, zonas, comerciales) para ofrecer a la ciudadanía información institucional tanto del Distrito y el Ayuntamiento, como de los grupos municipales (PP, AM, PSOE y C’s), así como de las actividades vecinales.

El consenso, entendido como algo positivo en una sociedad democrática, es el reflejo precisamente de la falta de cultura democrática, en la que la divergencia de opiniones, no tienen porque suponer un enfrentamiento sino un enriquecimiento del conjunto de la sociedad.

Es normal que en un país como España, con una dictadura de más de 40 años, y un retraso considerable en materia política y económica desde antes del siglo s. XIX, vea como normales los consensos, pero no porque sean más democráticos, sino como garantes de menor conflictividad. Así, no es de extrañar, que por consenso se haya decidido que el jefe del Estado sea un rey después de más de 50 años sin monarquía, en lugar de realizar un referéndum democrático sobre la cuestión (o sobre la misma elección del jefe del Estado), cuyos resultados, sin cultura democrática, inevitablemente hubieran desembocado en un conflicto.

La cultura democrática no solo consiste en votar, sino en respetar y comprender la pluralidad de la sociedad. En una sociedad democrática existen ideas diversas, pero objetivos comunes basados principalmente en la ética.

Ejemplos de porqué el consenso es una falacia:

Discusión en una comunidad de vecinos sobre la construcción de un rascacielos que se va a construir enfrente. El ayuntamiento ha decido delegar en los vecinos la decisión de otorgar o no la licencia de construcción.  

En contra: los vecinos de la escalera exterior alegan que perderán sus vistas del edificio. Tendrán más tráfico y más ruido. 

A favor: todas los vecinos de la escalera interior y bajos, entre los que se encuentran el dueño de un bar, y tres trabajadores en paro. Alegan que el rascacielos dará trabajo. Respecto a las vistas no pueden estar a favor o en contra porque ninguno ve ninguna vista afectada. 

Se producirá una discusión y habrá una votación. No sé si consenso, lo dudo. Evidentemente los argumentos de algunos afectaran a la decisión final (voto) de los otros, sobre todo en base a la solidaridad o objetivación del problema. Puede que la vecina del 1º exterior, que está poco en casa, le de igual perder las vistas, si sus vecinos van a tener más trabajo, algo que ella, que tiene trabajo, le afecta de algún modo indirectamente (puede que algún día esté en paro), pero también directamente, ya que si sus vecinos tienen una situación económica delicada pueden dejar de pagar la comunidad y repercutir en el  funcionamiento de la misma.

Otros, sin embargo, nunca llegaran al consenso, pues sus intereses particulares son superiores a los del resto, algo que es legítimo. Es el caso del vecino del ático A, que está pagando una hipoteca de 300.000 euros que contrajo para comprar la vivienda que adquirió por 350.000 euros, más del doble que cualquier casa del mismo tamaño de la finca. Simplemente por las vistas. 

¿Votación democrática o consenso? ¿Puede imponerse el interés particular de la minoría sobre el resto? ¿No es más lógico que esa decisión se tome entre todos en relación a criterios técnicos y opiniones de afectados (información) y de forma democrática (votando)? En una sociedad democrática, que cada uno, con la información en la mano, que vote en conciencia, pero lo que no se puede hacer es obligar a cambiar las conciencias. Pensar que esto es posible, es asumir que el que piensa distinto que ti tiene una “alienación” o algo similar. “Que no piensa adecuadamente”. No, simplemente, aunque tengan los mismos objetivos que tú, tiene ideas distintas. 

Tampoco hay mucho que debatir a la hora de votar, pues casi todos los debates terminaban en un silogismo binario: se construye el rascacielos o no. Y las perfilaciones políticas no tienen mucho margen en esa decisión, a menos que se quiera influir ideológicamente sobre toda técnica de nuestra vida. Pero repito, entonces no estaríamos ante sociedades democráticas.

Llegar al consenso, de que se construya un rascacielos que no tape la vista del edificio y tenga X-n plantas, no será realmente un consenso, sino la imposición de una minoría que hará que el edificio no cumpla con su finalidad original y objeto. Habrá un nuevo edificio, pero no habrá trabajo (pues este no depende de los vecinos). Al final, sí, hay consenso, pero nadie está contento: los que no querían rascacielos tienen un edificio enfrente, y los que veían en el rascacielos una oportunidad de revitalización económica de la zona, ven frustrado esto, pues ninguna empresa grande cabe en ese edificio, que termina vacío. 

Cualquiera de los vecinos algún día dejará de vivir en el edificio, pero tanto el edificio de la comunidad de vecinos como el rascacielos quedarán ahí o no, en la calle, en la sociedad. Pero solo lo decidieron ellos. 

Por eso, la democracia participativa, como su propio nombre indica, consiste en la participación en la toma de decisiones de la gente afectada, votando, no por consenso.

Por eso, la democracia participativa, como su propio nombre indica, consiste en la participación en la toma de decisiones de la gente afectada, votando, no por consenso. Es cierto, que precisamente como muchas acciones políticas tienen una permanencia en el tiempo notable (por ejemplo el caso de decisiones estructurales), estas se someten a votaciones que requieren de mayorías reforzadas. Pero nunca consenso, porque el consenso es casi imposible en democracia.

El Ayuntamiento de Madrid, a propuesta del concejal Pablo Soto, está poniendo en marcha mecanismos en esta línea como Decide Madrid, en las que la ciudadanía puede participar en la toma de decisiones votando, y proponiendo cosas. Pero no llegando a consensos. No hay más democracia porque haya consenso, sino porque más gente se involucre en los proyectos y participe en las votaciones.

En esta línea me pronuncié en Ahora Madrid en relación a esta ofuscación por el consenso, y la votación democrática vista como un fracaso. Fue en el caso de la elección de portavoz de los llamados voves (vocales vecinos), respecto a la cual no entendí, y sigo sin entender, que ante la falta de consenso por parte de los vocales (como marca el estatuto, votado democráticamente como marca la propia Constitución, que señalaba que se eligiera por consenso al vove más capacitado), estos optaran por hacer una votación entre ellos, cuando los los propios voves habían sido elegidos por los vecinos.

Quizá, muchas veces, tengamos que encontrar la solución en aquello que damos por hecho: los planteamientos.

Creo que para los demócratas no nos cabe ninguna duda: la persona más votada por los vecinos debía de ser la portavoz. Y reitero, no se es más democrático por llegar a consensos para evitar los conflictos. Se es más democrático cuando en las decisiones intervienen mayor número de personas afectadas, y entendemos que hay gente que piensa distinto a nosotros: eso es la democracia participativa. Muchas veces no nos damos cuenta, que teniendo objetivos comunes, no entendemos porque nuestras ideas distintas nos impiden llevar a cabo esos objetivos. Quizá, muchas veces, tengamos que encontrar la solución en aquello que damos por hecho: los planteamientos.