Etiquetado: IU
Jornada de reflexión
Javier Olano
Cierre de campaña. «Jornada de reflexión» (otra cosa a cambiar). Como creo que está democracia comienza a ser algo madura (todavía bastante lejos de EE. UU., Reino Unido o Francia), y aunque el voto sea «secreto» (me río yo del secreto del voto en muchos pueblos y barrios de este país en 2015), os diré que voy a votar a Unidad Popular-Izquierda Unida.
No porque siempre haya votado a IU. No porque hay hecho campaña por esta candidatura (me parece de justicia democrática, después del bloqueo mediático sufrido, y que ninguna otra fuerza ha denunciado). No porque IU sea la única fuerza que ha representado de forma continuada la defensa de los trabajadores/as españoles/as durante más de 80 años. No porque crea que su programa es el más realista desde una posición de izquierdas. No. Por ninguna de esas razonas.
La razón por la que esta vez voy a volver a votar a IU (Unidad Popular – Izquierda Unida) es la ley electoral. Sí, esa que ninguno de los cuatro partidos principales tiene interés en cambiar. Esa que permite que la tercera fuerza estatal con más de 1 700 000 de votos termine con solo 11 diputados por detrás de partidos nacionalistas. Esa que hace que muchos ciudadanos extremeños, castellanoleoneses, castellanomanchegos, cántabros,… que votan a esta formación, no sean representados porque es casi imposible que saquen un diputado en sus circunscripciones. Por ellos, y como yo vivo en Madrid (circunscripción de gran población con posibilidad de sacar diputados de distintas formaciones), votaré a Unidad Popular.
Estas elecciones, probablemente, si votase en conciencia, votaría en blanco o al PSOE (nunca les he votado). Realmente en blanco no votaría, porque una vez más la ley electoral penaliza esta legítima opción. Así que votaría al PSOE, porque después de que por profesión conozca la mierda de todos los partidos, son los socialistas los que más posibilidades tienen de gobernar para los intereses de la clase trabajadora. También digo, que aunque vote a IU, espero que Pedro Sánchez sea el próximo presidente del gobierno. Soy realista y sincero.
La corrupción de este país no consiste en que tengas que pagar a un funcionario para mover un papel. No. Es una corrupción sistémica. Lo que yo denomino la dictadura de la mediocracia.
Aunque nos mareen la cabeza con desahucios, guerras, votos rogados, y demás ocurrencias, la principal preocupación de los españoles es el paro. Esta es mi situación laboral. Soy parado como millones de españoles. Y no por no tener ni formación ni experiencia. Es un problema «estructural» de España. Como si fuera algo natural. Un don divino. Estructural como la segunda preocupación. La corrupción. Estos cuatro años hemos conocido muchos escándalos: caso Bárcenas, preferentes, Gürtel, etc. Pero esto es la punta del iceberg. La corrupción de este país no consiste en que tengas que pagar a un funcionario para mover un papel. No. Es una corrupción sistémica. Lo que yo denomino la dictadura de la mediocracia.
La financiación de los partidos políticos es uno de esos elementos esenciales y necesarios para mantener la corrupción. Lo hemos conocido por activa y por pasiva. Por eso, hay que decir que quien financia a los principales partidos políticos estas próximas elecciones legislativas.
PP – financiación desconocida. Financiación opaca.
PSOE – Banco Santander y Bankia.
Unidad Popular – IU – Bankia.
Ciudadanos – Banco Popular.
Podemos – crowdfunding y microcréditos. En español, donaciones anónimas. Financiación opaca.
¿La banca siempre gana?¿O la mafia? Pues parece que últimamente la mafia.
Hoy ha cerrado el Ibex 35 con una de sus peores semanas desde 1990. Muchos se meten con el sistema bancario. No, no son hermanitas de la caridad. Es más, lo hemos rescatado. Pero entre banca y mafia (véase financiación opaca), me quedo con la banca. Y que me llamen capitalista. Yo diré que acepto las reglas del juego. Al menos sé de donde viene el dinero. Dinero que en parte es mío. Lo pago con mis impuestos que financian el rescate de Bankia, por ejemplo.
Si el domingo quieres terminar con esta Banana Republic con rey, vota con cabeza. Vota por la ética. Vota con conciencia.
Solo espero que la gente este domingo vote en conciencia. Porque sí, lo que decida la mayoría es lo que nos gobernará cuatro años. Aunque muchas veces, esa gente que decida ni siquiera vivan en este país, y se consideren víctimas por pedir su voto. Sí, ellas también eligen el devenir de las políticas, aunque no las sufran en persona, y «emigren» en busca de su beneficio personal. Porque estamos en España, no en República Dominicana. Aunque a veces no lo parezca.
Si el domingo quieres terminar con esta Banana Republic con rey, vota con cabeza. Vota por la ética. Vota con conciencia.
Algo pasa en Ahora Madrid
Javier Olano
El pasado miércoles el pleno del Ayuntamiento de Madrid tumbó, con la abstención de Ahora Madrid, la moción de urgencia presentada por el PSOE, encabezado por Purificación Causapié, para que en el plazo de cuatro meses se cumpliera la Ley de Memoria Histórica aprobada en 2007 por el gobierno de Zapatero. ¿Algún votante o simpatizante de la candidatura municipalista entiende porque la formación se abstuvo para que no saliera adelante este trámite urgente?
El grupo municipal de Ahora Madrid había negociado la moción con los socialistas el día anterior, y fue durante el trascurso del pleno, cuando se tomó la decisión de absternerse. ¿La razón? Para Rita Maestre, la portavoz municipal se trataba de un acto electoralista del PSOE, y consideraban que el tema no debía de tratarse de forma urgente, sino debatiéndolo bien y con consenso.
¿El tema no es urgente? Desde que en 1975 muriera el dictador Francisco Franco hasta la actualidad, el callejero de Madrid mantiene más de cien homenajes a asesinos franquistas, todo pese a la existencia de la ley de Memoria Histórica, aprobada en el Congreso hace ya trece años. ¿Qué tema había que seguir debatiendo?¿Qué consenso había que tomar? ¿Alguien se imagina semejante situación en cualquier otro país europeo de nuestro entorno?
Sí, estamos en plena campaña electoral, y el PSOE lanzó un órdago. Díficil de rechazar por parte de la formación de Manuela Carmena, teniendo en cuenta su programa. Pero Ahora Madrid lo rechazó por considerar el movimiento poco oportuno. «Era electoralista». ¿Y la decisión de abstenerse no lo era? ¿Acaso no traicionó Ahora Madrid sus principios simplemente por evitar la portadas de la derecha española con el titular “La alcaldesa de Podemos se carga el callejero de Madrid”? En fin, parece que una parte de Ahora Madrid arrastró a toda la formación por las próximas elecciones legislativas.
Pero esto no es todo. Cuando no estaba la ciudadanía repuesta de la incongruencia del gobierno municipal, el viernes asistimos a algo que ocurría por segunda vez en la formación: la división del grupo a la hora de votar en el pleno. La primera había sido en relación a Venezuela. El tema en cuestión era la aprobación de Plan Parcial para construir un complejo de vivienda de lujo en los terrenos del Taller de Precisión de Artillería, en la zona de nuevos Ministerios. En esta ocasión el plan se aprobó con la oposición de seis concejales de Ahora Madrid, dos de ellos de IU, y el grupo socialista.
La razón para votar en contra de estos seis concejales, al igual que los concejales del PSOE, es que se trataba de un proyecto especulativo. Y el proyecto lo es. La razón del resto de miembro de Ahora Madrid para votar a favor junto con Ciudadanos y PP: que se trataba la aprobación de un acto del gobierno (del popular encabezado por Botella), y que no aprobarlo podría acarrear demandas de los cooperativistas afectados. Votan a favor por “responsabilidad institucional”.
¿Responsabilidad institucional? Si leemos atentamente las razones de los seis concejales disidentes, la ley, y la situación del proyecto, se entiende que:
1º Los terrenos de la operación fueron vendidos a los cooperativistas por el Ministerio de Defensa, no por el Ayuntamiento de Madrid. Fue ahí donde se presentaron varios inversores, e incluso una inmobiliaria, Prometheus, se retiró del concurso no convencida por la situación legal de la finca. El Ayuntamiento no había hecho ninguna subasta. Cuando los compraron sabían perfectamente en que situación legal estaban esos terrenos, y la necesidad de aprobar un Plan Parcial por parte del Ayuntamiento para llevar a cabo el proyecto urbanístico que querían. Teniendo en cuenta esto, los cooperativistas no tienen más opción que demandar en todo caso al Ministerio de Defensa, por lo que los costes cuantiosos por posibles demandas para el Ayuntamiento no existen por ningún lado. Además los cooperativistas sabían lo que compraban y en que condiciones.
2º Es la aprobación del Plan Parcial en el pleno del viernes la que vincula y obliga legalmente al Ayuntamiento con los cooperativistas.
3º Hablamos de los cooperativistas como si fueran hermanitas de la caridad o un grupo de trabajadores, cuando lo que quieren es construir viviendas de lujo con una finalidad puramente patrimonial en una de las zonas más caras de la ciudad. Esto se llama inversores, o mejor dicho, especuladores.
4º El que va a demandar ahora al Ayuntamiento es Ecologistas en Acción. No parece algo muy congruente con el programa de la formación. Tampoco que la concejala Inés Sabanés, del partido “ecologista” Equo, estaba a favor de la operación.
5º Se ha llegado a decir, que el edificio que se va a tirar no está protegido. En cualquier caso, lo que parece lógico es que sea el Ayuntamiento el que decida cómo se ha de urbanizar, y no una entidad privada cuya única finalidad es especulativa.
Parece que después de esta semana, Ahora Madrid debería de empezar a ser más congruente con su programa y no sé si tener responsabilidad institucional, o más responsabilidad social, y sobre todo, ver qué modelo económico y de ciudad están perpetuando bajo la excusa de la “herencia recibida”.
Hoja de ruta
Javier Olano
Si nos hemos cansado en los últimos meses de oír un concepto es el de hoja de ruta. Porque la hoja de ruta, la hoja de ruta por aquí, hoja de ruta por acá… Los políticos, como todo estratega, tienen hojas de rutas. Lo que hace tiempo muchos políticos no entendieron es que sus estrategias y las de la ciudadanía, lejos de asemejarse, distaban bastante. Mientras unos se guían al elaborarlas en cómo intentar lograr representar los intereses del pueblo ganando la confianza del electorado, la gente, lejos de tener un plan estratégico para su vida en un entorno que controlan poco, parecen buscar solución a sus problemas en los discursos políticos más pragmáticos y coherentes con la realidad. Con el avance de la crisis, lo sentimental hace tiempo que dio paso a lo racional en la política, única herramienta para cambiar las cosas. Una de estas divergencias la encontramos en el barrio barcelonés de Nou Barris, donde si bien ganó Barcelona en Comù en las municipales, fue Ciudadanos quien ganó en las pasadas elecciones catalanas. Una excusa que el maestro Jordi Évole aprovechó para confrontar a Pablo Iglesias y Albert Rivera en el arranque de temporada de Salvados en un cara a cara en un bar del barrio.

Captura de la página web el pasado 8 de junio de 2015, en la que se alega «la hoja de ruta» de la formación para no confluir con otras formaciones en las Elecciones Generales del 20D.
Este fue el motivo que alegó Podemos para romper las negociaciones con IU en aras de conformar una candidatura de unidad popular para las próximas elecciones del 20D. Un ruptura unilateral que sorprendió a muchos, y que era esperada por otros. La idea de candidatura de unidad para la formación morada pasa por sus siglas, lo que fue considerado por el propio Alberto Garzón como un mercado de fichajes. Podemos dice su «marca está consolidada», que es «la marca del cambio». Este también ha sido el motivo de ruptura de las negociciones de candidaturas conjuntas con otros partidos como Compromís. Lejos de las apreciaciones simbólicas por parte de los dirigentes de la formación, parace que el principal motivo de tal cuestión es la financiación. Sí, la financiación del partido. Como publicó la semana pasada Expansión, las cuentas no le salen a la formación. Todo pese a que en exitosas candidaturas como la de Ahora Madrid, partido instrumental, eran el único partido que las integraba (junto con Ganemos), y por tanto único partido beneficiario de la subvenciones.
Parece que si los resultados del 20D no son los esperados, podríamos estar ante unas nuevas preferentes.
Uno de los estandartes de Podemos ha sido su transparencia en las cuentas, así como la no dependencia de financiación procedente de entidades bancarias. Por ello, han encontrado en fórmulas como el micromezcenago basado en el crowdfunding formas de conseguir dinero para sus campañas. Donaciones anóminas, algo que contrasta con la transparencia que exigen a la financiación de partidos. Una de las fórmulas empleadas en campañas como las pasadas autonómicas fue la petición a la ciudadanía de microcréditos que serían devueltos cuando obtuvieran las suvbvenciones. A día de hoy nadie ha recibido nada. Parece que si los resultados del 20D no son los esperados, podríamos estar ante unas nuevas preferentes. En tal caso, de nada habrán servido los guiños mutuos con el Banco Santander, que si ha financiado en otras ocasiones a partidos como el PSOE de Zapatero.
Lo que más llama la atención de la hoja de ruta es su punto de partida: Vistaalegre, la madrileña plaza de toros del barrio popular de Carabanchel, donde hace un año tuvo lugar el congreso fundacional del partido. Parece innegable el carácter mediático que sus principales dirigentes y la propia formación han tenido desde su mismo nacimiento en los platós de de televisión, principalmente de La Sexta y Cuatro. Y la puesta en escena de Vistaalegre no fue para menos. Allí saldría elegido el secretario general de la formación, Pablo Iglesias, quien vapuleado al día siguiente por Ana Pastor en El Objetivo. Allí se decidió que la formación no se presentaría a las municipales, en las que promovería candidaturas de unidad popular, pero sí a las autonómicas. En mayo llegarían las elecciones, y el un éxito agridulce: si bien las fórmulas de candidatura de unidad popular había sido un éxito en ciudades simbólicas como Madrid o Barcelona, las candidaturas de Podemos a nivel autonómico habían quedado relegadas a una tercera o cuarta posición, si bien es cierto que con mayor relevancia que IU en anteriores comicios, referente histórico a la izquierda del PSOE. ¿Había sido Podemos preso de su marca? ¿O esto era parte de la hoja de ruta? Si bien la formación había salido a ganar como alternativa a los socialistas, parecía que su relevancia quedaba sujeta a un apoyo de los mismos.
Así fue en Valencia, Extremadura o Castilla-La Mancha, donde el PSOE logró arrebatar gobiernos autnómicos al PP con el apoyo de la nueva formación. Es en este último caso, donde llama la atención la política de la formación, sobre todo en el terreno mediático. El gobierno de García-Page, sucesor natural de José Bono, designaba a dedo como director de informativos a un joven de 25 años, en contra del comité de empresa de Castilla-La Mancha Televisión y de una redacción, que llevaba años sometida en la maquinaria de propaganda en la que se había convertido la denominada TeleCospedal. Podemos callaba con su apoyo. Un modelo de televisión público que contrastaba con el que aplicaba Fernández Vara en Extremadura y con el que la misma formación exige en Madrid. ¿Cómo es que la nueva formación permanecía impasible ante ese dedazo tan de vieja política?
Parece que para encontrar las respuestas del presente, tenemos que analizar bien las huellas del pasado. Para ello, retrocedamos a 2012 cuando Podemos ni había ni nacido. Por aquel entonces, una España sumergida en la crisis apunto de alcanzar una cifra récord de parados, vivía un período de conflictividad social, con numerosas protestas en las calles. Ese mismo año, el principal partido de la oposición, el PSOE, elegía a su secretario general. Se presentaron Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón. Ese mismo año, El País, único medio afín al sector de Rubalcaba tras la absorción de Cuatro por Mediaset y en plena guerra por los derechos del fútbol, publicaba cual era el círculo de influencia de la exministra. Un artículo que sería muy polémico. En el se hablaba de un grupo afín Chacón denominado PSOE S.A., compuesto principalmente por su marido, Miguel Barroso, exsecretario de comunicación Zapatero y directivo de Mediapro, y el propietario de la productora, el extroskista Jaume Roures.
Mediapro es, desde su nacimiento, uno de los accionistas de referencia de La Sexta, que ese mismo año se fusionaba con Antena 3, creando el grupo mediático Atresmedia. Pese a los apoyos mediáticos, Rubalcaba ganó, y Chacón acompañó a su marido a Miami, en la aventura americana de la compañía catalana. Dos años después, y tras la dimisión de Rubalcaba, volvería a ver primarias socialistas a la secretaría general. Esta vez se presentaban, entre otros, Pedro Sánchez, delfín de Rubalcaba, y Eduardo Madina, por sector de Carme Chacón y José Bono, quien prometía primarias a candidato presidencial en noviembre. Ganó Pedro Sánchez, y ante la ausencia de candidatos no hubo primarias.
También en 2012 comenzaban a escribir en Público, dos profesores de la Universidad Complutense, Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero, quienes tenían un programa de televisión La Tuerka, de ámbito local, que más tarde sería emitido por el mismo períodico. Público, propiedad de Jaume Roures, a través de la inmobiliaria Display Connectors, también cedería sus instalaciones para la producción del mismo. Un año después, sería el programa de La Sexta Noche, producido por Liquid Media, filial de Mediapro, quien popularizaría al actual líder de la formación, Pablo Iglesias. Una estrecha relación que se mantiene hasta nuestros días, no solo por la asiduidad de los miembros de Podemos en los programas de esta productora, sino por la propia presencia de Iglesias y Monedero en el cumpleaños del empresario catalán minutos antes de hacer una entrevista a la carta en el canal de Atresmedia la pasada semana.
No sabemos si, como dijo Pablo Iglesias, Podemos iba a «asaltar los cielos», o asaltar Ferraz, donde los perdedores de las primarias no tenían poder alguno.
Por ello, ahora cobra más fuerza la idea de la hoja de ruta. Inamovible. Inflexible. Lo que no queda muy claro es si esta fue trazada en Vistaalegre, o en la reunión que a comienzos de 2014 mantuvieron los líderes de Podemos con el expresidente Jose Luis Rodríguez Zapatero y José Bono a espaldas del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Tampoco queda claro si la idea de Podemos es ganar reemplazando al PSOE, o conseguir el suficiente apoyo electoral que nunca tuvo IU, y que serviría para que el PSOE puediera pactar. No sabemos si como dijo Pablo Iglesias, Podemos iba a asaltar los cielos, o asaltar Ferraz, donde los perdedores de las primarias no tenían poder alguno. De lo que no cabe duda es que la famosa teoría de la «operación coleta», corroborada por el propio Iglesias en su desnudo integral ante Ana Rosa Quintana, cobra el sentido que planteaba Ricard Juan en una entrevista a Periodista Digital hace más de un año. «Podemos había sido creado para dañar a Izquierda Unida», planteaba el periodista. Ahora se entiende el empeño de algunos nuevos medios digitales como eldiario.es, dirigido por Nacho Escolar, exdirector de Público, en sacar todos los trapos sucios de plataformas de confluencia para una unidad popular como Ahora en Común.
Muchos pensaran que lo que aquí se expone es fruto de una teoría conspiratoria. Es algo mucho más simple. Es una historia de poder del sistema. Un Juego de Tronos para esos espectadores que somos los ciudadanos.
Muchos pensaran que lo que aquí se expone es fruto de una teoría conspiratoria. Es algo mucho más simple. Es una historia de poder del sistema. Un Juego de Tronos para esos espectadores que somos los ciudadanos. Como el sociólogo Félix Ortega explica en su libro La política mediatizada, la política actual está dominada por las reglas del sistema mediático. Si muchos consideramos al partido Ciudadanos la marca blanca del PP, Podemos sería la fuerza política aupada por los perdedores de las primarias del PSOE en una incipiente democracia de audiencias (en relación al concepto de Bernard Manin), en la cual se había convertido nuestro país. Unas primarias que otros ganaron democráticamente dos veces. Las cuestiones éticas las dejamos para otro momento.
En 2011 y 2012, España estaba atravesando uno de sus peores momentos, algo que sin lugar a dudas tenía su reflejo en las calles. Mínimo, pero lo tenía. El sistema establecido no quería una Grecia en un país de 46 millones de habitantes. ¿Alguien imagina las consecuencias? Indignación sí, pero controlada. Es lo que el propio Ortega denomina teledemocracia. ¿Para qué indignarte en la calle si lo puedes hacer en el sofá? Los espectadores encontraron con Podemos y sus líderes en la televisión una identificación de sus preocupaciones, de sus reclamos. Ya no hacía falta salir a protestar. Pero, ¿esto es práctico en la vida real?¿se puede cambiar algo desde el sofá a través de actores elegidos por el sistema? El bipartidismo tiene su hoja de ruta, ¿y la ciudadanía?
Unidad popular para los tiempos que vienen
Javier Olano
El consenso ha muerto. Por si acaso quedaba alguna duda tras un período marcado por la desafección política, y culminado con la abdicación exprés del jefe del estado que alentó el actual sistema, los resultados de las elecciones catalanas han supuesto su certificado de defunción. Lejos del debate sobre la soberanías nacionales, se corrobora la idea de que el sistema actual ha de cambiarse. Si los dos años de la Pepa se hicieron cortos, los casi treinta de la Constitución del 1978 se están haciendo eternos, imponiendo una «democracia», que no representa la diversidad de los españoles.
Pensada para un período de transición, la Constitución instauró un sistema monárquico, tras un período de más de cuarenta años con una jefatura de estado no dinástica, y parlamentario, sostenido gracias a la articulación de un sistema electoral propugnado en en propio texto (en su artículo 68), y desarrollado en una ley electoral, siempre pactada por las dos principales fuerzas, que toma como base la circunscripción provincial. El resultado: un sistema de gobierno estable consolidado en la base de un bipartidismo imperfecto, sin primarias internas, que menoscaba la representación real de la ciudadanía.
Lejos de lo que el nacionalismo español interesadamente ha traslado históricamente, el sistema electoral actual solo premia a la primera y segunda fuerza estatal, a quienes sobrerrepresenta, y siendo las fuerzas regionales, las más justamente representadas. Las terceras fuerzas y siguientes a nivel estatal sufren una infrarrepresentación, que se constata en el número de votos necesarios para conseguir un escaño. El salto de segunda a tercera fuerza es notoriamente escandaloso, como han mostrado la situación de las formaciones IU y UPyD.
¿Qué consecuencias trae este bipartidismo imperfecto? El sistema, heredero del régimen franquista, con una derecha sólida y unida, hace que la mayor parte de la población, de clase trabajadora, se encuentre infrarrepresentanda. Sus preocupaciones están constantemente sometidos a debates infértiles, como los relativos sobre la identidad nacional o la corrupción, propiciados por un sistema mediático bajo control absoluto de la derecha, que forzará constantemente la confrontación de las fuerzas, y consiguiente fragmentación. El resultado: una izquierda sin objetivo claro, que no representa a los ciudadanos. Una desafección política, cuyo culmen se encontraría en el giro del gobierno de Zapatero en 2010 en plena crisis económica, propiciando fuertes recortes sociales en nuestro débil estado de bienestar.
La mayoría infrarrepresentada ha de tener voz en este próximo proceso constituyente, no puede dejarse que otros tomen la voz por nosotros.
¿Por qué una CUP? Una candidatura de unidad popular se presenta como la única solución posible en un momento clave y decisivo para la sociedad española. Madrid y Barcelona, en circunscripciones únicas, y regiones distintas, han mostrado como la unidad promovida por la ciudadanía puede traer el cambio al sistema. Nos enfrentamos a un período en el que un proceso constituyente es necesario, y a diferencia de 1978, más que actores políticos en sí, se requiere una participación del ciudadano. La mayoría infrarrepresentada ha de tener voz en este proceso, no puede dejarse que otros tomen la voz por nosotros. Por ello, una CUP ha de ser la herramienta para cambiar el sistema. Una CUP no es un movimiento social, no es un partido político, y sobre todo, no es algo con vocación de permanencia. Es algo más, es una herramienta por la que los ciudadanos de una sociedad plural y democrática se van a unir puntualmente para un objetivo común: cambiar el sistema. La ciudadanía no es un todo, por ello, el sistema resultante ha de fruto de estas distintas identidades para poder darnos de un marco de igualdad social, pluralidad, justicia y democracia acordes a una sociedad moderna.
Es ingenuo quién piense que esto es fruto del 15M. El 15M tuvo su lugar en espacio mediático, pero fue derrotado en la calle, en las urnas. Nos ayudó a abrir los ojos. Era cuestión de tiempo. El 15M tuvo un problema: a las plazas acudían individuos independientes, cada uno con sus intereses y objetivos. Nos ofrecían la imagen del problema, pero ninguna solución. Por eso no funcionó: no era el reflejo de una sociedad moderna y organizada que tiene afrontar problemas sociales, solo era la constatación de los mismos. Una CUP va mucho más allá, significa una espacio para unir a toda la ciudadanía en aras de lograr un objetivo común: evitar un gobierno del PP, y cambiar el sistema actual. Partidos, movimientos sociales (los de siempre, no los pseudomovimientos: ecologismo, feminismo, activismo LGTBI), sindicatos. La CUP tiene que ser una gran plaza que los reúna a todos, a todos los actores que representan a una población infrarrepresentada en los órganos de decisión del estado: el Congreso. Un plaza llena de actores multiplica la presencia ciudadana. El sistema quiere la sociedad cuestionemos, en base a una tematización mediática, los pilares de nuestra sociedad: los partido no valen, los sindicatos tampoco, los asesores menos… Quieren una sociedad de individuos sin fuerza. No les podemos dejar que lo hagan. Surgen así propuestas populistas como la que propugna Ciudadanos de que el poder judicial ha de autorregularse de forma corporativa. ¿Cómo podría una sociedad democrática dejar uno de los poderes básicos del estado sin el sustento de la soberanía popular? Lo moderno es que pudiéramos elegir a los jueces directamente como en EE. UU..
La solución no está en lo nuevo, hay que pensar vintage.
Ahora todos enfrentan lo nuevo con la viejo, bajo el dogma simplista de que lo nuevo es bueno, y lo viejo es malo. Ingenuo quién así lo piense. Solo hay que hacer un breve repaso a lo largo de la Historia. Ingenuos lo que piensen que la Humanidad ha evolucionado algo desde hace miles de años. Lo nuevo no es lo asambleario, la gente no quiere volver al neolítico. Lo nuevo tampoco es el líder chamánico. Tampoco tecnócratas al servicio de un despotismo elitista, la emancipación de la clase obrera hace años que tuvo lugar. La gente quiere algo muy simple que este sistema no le ofrece: estar representada lo más justamente posible en los órganos decisorios de la sociedad. Con eso se conforma. Ni listas abiertas, ni asambleas: por favor, no piensen por la gente. La solución no está en lo nuevo, hay que pensar vintage.
Otra de las grandes ocurriencias de los últimos días es la posibilidad de una coalición PP-PSOE contra la que luchar. No nos confundamos, aunque ambos se comporten similar, su alma es diferente y contrapuesta. La existencia de uno, está sostenida en la del otro. Son las dos caras de una misma moneda. Son como el ying y el yang del sistema. Dicen: ¡Mirad en Alemania! España, lejos de parecerse a Alemania, es mucho más comparable con Francia. En Alemania gobierna una gran coalición, sí, pero ¿cómo? Dividido hasta 1991 en dos estados, uno capitalista y otro socialista, la dirigente del partido de derechas, CDU, casualmente procede de la RDA, mientras que la socialdemocracia del SPD, de la RFA. Parece que está coalición obedece a otros intereses no extrapolables a España, que cualquiera que conozca los pormenores del país germano sabrá. Por ello, no nos engañemos, en el actual escenario político español, en el que urge una reforma constituional, las opciones de un futurible gobierno tras el 20 de diciembre son muy limitadas, a saber:
- PP+Ciudadanos ¿+PSOE en un proceso constituyente sistémico conservador?
- PSOE+Ciudadanos
- PSOE+Podemos híbrido
- PSOE+Ciudadanos+Podemos híbrido ¿+PP en un proceso constituyente sistémico progresista?
- ¿CUP+PSOE?¿+Ciudadanos+PP en un proceso constituyente real?
Parece que el PSOE, inestimablemente, será un aliado de cualquier CUP que aglutine a la izquierda. Ellos son los valedores de esa «izquierda mediática». Sin embargo, como parte del sistema, el PSOE actual no está legitimado para comenzar el cambio. Es parte del problema, aunque también de la solución, pero no con la vara de mando. El PSOE será el perfecto escudero de una CUP que logre imponerse como primera o segunda fuerza, pero como caballero, la ciudadanía está abocada a la perpetuación del sistema. Su reforma constitucional del art. 135 CE junto con el PP, la reforma laboral o su visto bueno a la abdicación exprés del jefe del Estado, así lo atestiguan. La función del PSOE ha de ser similar a la del PCE en la Constitución del 1978.
La ciudadanía ha lanzado un mensaje claro: quiere de la política coherencia y representación, por lo que este sistema no sirve, y la única fórmula posible para cambiarlo, bajo las reglas del juego establecidas por la ley electoral, es convertirse en una fuerza alternativa en el mismo. Algo que solo se logra mediante la unidad. Fórmulas como Ahora en Común suponen el espacio idóneo para que esta unidad adopte una forma, con unas primarias abiertas a la ciudadanía, y abierta del mismo modo a todas las fuerzas, siempre y cuando su estructura se mantenga neutral y ecuánime, como la gran plaza en la que cabemos todos. Además, la coherencia en política requiere de algo material, así como claridad, y la claridad, de transparencia. Y esto no consiste en bombardear a una población sobreinformada con datos y comparativas, sino en decir las cosas como en el bar, y hacerlas con la misma buena fe que cualquier asunto doméstico. Sólo así podremos salir todos juntos a la «plaza» para lograr la unidad popular.